domingo, 1 de agosto de 2010

EL FISIÓLOGO







LOS "ANIMALES DEL campo" y los "pájaros de los cielos" son en realidad los hombres incultos.

PHYSIOLOGUS, "EL NATURALISTA", es un compilador que bebe tanto de fuentes paganas como del texto bíblico, de fuentes indias, judías y egipcias, de Herodoto y de los Padres de la Iglesia.

EL OJO DEL corazón, necesario para interpretar los Bestiarios y Lapidarios, no se sitúa a la derecha o a la izquierda, como los ojos de la carne, sino en el centro, donde se resuelven los contrarios.

A VECES SE ha comparado la letra con las nubes que no nos dejan ver el Sol, si bien esas mismas nubes pueden convertirse en lluvia fecundante.

LA SERPIENTE TIENE la peculiariedad de que teme al hombre cuando está desnudo, pero le muerde si va vestido. Mientras Adán estuvo desnudo, la serpiente nunca le picó. Si conservas la vestidura mortal, en vez de despojarte de los ropajes de los príncipes del siglo, la serpiente arremeterá contra tí.

SIRENAS Y ONOCENTAUROS (mitad hombre, mitad asno): algunos son como ovejas cuando están en la iglesia, pero se vuelven asnos cuando abandonan el templo. Los malos mercaderes acuden al templo pero pecan a escondidas.

EXISTE UN AVE llamada ibis. Según la Ley, es el más impuro de todos los animales. No puede sumergirse en las profundidades de los ríos y estanques donde mora, sino que tan sólo se alimenta de los pececillos impuros que nadan por el lodo. El abismo profundo del río es la sabiduría de Dios. El ibis toma su alimento de fuera de la iglesia, donde están la fornicación, el adulterio, la codicia (raíz de todos los males).

AMÓS DIJO: "YO no soy profeta ni hijo de profeta, sino que soy pastor de cabras y hendidor de sicomoros". Así prefiguraba Amós a Jesucristo. Dentro de los sicomoros hay mosquitos que habitan las tinieblas, sin ver jamás la luz. Cuando se hiende con el hacha para aprovechar su madera, del interior del sicomoro salen los mosquitos a la brillante luz del sol. Se hendió el costado del Salvador con la lanza. Y al resucitar el tercer día, vemos los hombres las luminarias inteligibles y espirituales.

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