Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, se trata de una corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, un lago o el mar. Otra de sus acepciones es gran abundancia de una cosa líquida y, por extensión, de cualquier otra. Y su tercera acepción es afluencia de personas.
Históricamente hablando los ríos son importantísimos. La vida del ser humano es imposible considerarla sin el agua. Se han hallado restos paleontológicos relacionados con homínidos en los lechos de grandes y pequeños ríos. Incluso en el Manzanares se han descubierto restos de animales y de primitivos asentamientos humanos de pequeña índole. De hecho las primeras civilizaciones y los primeros grandes imperios se dan en la cuenca de grandes ríos. El Yang-Tse, el Tigris, el Eúfrates, el Nilo... Las civilizaciones china, asiria, babilonia, egipcia, no podrían haber existido de no existir esos ríos. El control de sus crecidas, de sus caudales, la conducción de su agua hace posible el florecimiento de la agricultura y, por ende, la alimentación de grandes contingentes de personas, lo que favorece el asentimiento en territorios y hace que, poco a poco, vaya desapareciendo el nomadismo. De esta manera, empiezan a aparecer las primeras ciudades que agrupan a personas que se unen bajo unas mismas creencias, un mismo idioma y se comienzan a crear los primeros códigos que van a regular la vida en los territorios que dominan esas ciudades.
Con el desarrollo de la técnica, los grandes ríos también se convierten en medio de comunicación pues por sus cauces comienzan a navegar pequeñas embarcaciones que favorecen el intercambio económico y cultural entre diferentes comunidades Ya en el siglo XX se hace uso de su fuerza mediante presas para producir energía eléctrica.
La segunda acepción enriquece nuestro lenguaje con bellas imágenes a base, a veces, de frases hechas como: “Corrieron ríos de tinta”, o “la batalla produjo un río de sangre en la ladera”. Qué maneras mas bellas de describir dos situaciones diferentes, el escándalo que produce un sinfín de artículos relacionados con el mismo, o la crudeza de una batalla y su horrible consecuencia que es la muerte de muchas personas. La tercera acepción va directamente relacionada con esta segunda imagen tan bella, “ríos de gente”, que nos indica una acumulación enorme de personas moviéndose en masa.
El río, los ríos van intrínsecamente ligados a las personas, a su desarrollo humano y cultural.
Históricamente hablando los ríos son importantísimos. La vida del ser humano es imposible considerarla sin el agua. Se han hallado restos paleontológicos relacionados con homínidos en los lechos de grandes y pequeños ríos. Incluso en el Manzanares se han descubierto restos de animales y de primitivos asentamientos humanos de pequeña índole. De hecho las primeras civilizaciones y los primeros grandes imperios se dan en la cuenca de grandes ríos. El Yang-Tse, el Tigris, el Eúfrates, el Nilo... Las civilizaciones china, asiria, babilonia, egipcia, no podrían haber existido de no existir esos ríos. El control de sus crecidas, de sus caudales, la conducción de su agua hace posible el florecimiento de la agricultura y, por ende, la alimentación de grandes contingentes de personas, lo que favorece el asentimiento en territorios y hace que, poco a poco, vaya desapareciendo el nomadismo. De esta manera, empiezan a aparecer las primeras ciudades que agrupan a personas que se unen bajo unas mismas creencias, un mismo idioma y se comienzan a crear los primeros códigos que van a regular la vida en los territorios que dominan esas ciudades.
Con el desarrollo de la técnica, los grandes ríos también se convierten en medio de comunicación pues por sus cauces comienzan a navegar pequeñas embarcaciones que favorecen el intercambio económico y cultural entre diferentes comunidades Ya en el siglo XX se hace uso de su fuerza mediante presas para producir energía eléctrica.
La segunda acepción enriquece nuestro lenguaje con bellas imágenes a base, a veces, de frases hechas como: “Corrieron ríos de tinta”, o “la batalla produjo un río de sangre en la ladera”. Qué maneras mas bellas de describir dos situaciones diferentes, el escándalo que produce un sinfín de artículos relacionados con el mismo, o la crudeza de una batalla y su horrible consecuencia que es la muerte de muchas personas. La tercera acepción va directamente relacionada con esta segunda imagen tan bella, “ríos de gente”, que nos indica una acumulación enorme de personas moviéndose en masa.
El río, los ríos van intrínsecamente ligados a las personas, a su desarrollo humano y cultural.
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