lunes, 16 de junio de 2008

CEREMONIA



En la antigua Roma, a los nueve días de nacer se somete al niño a la "lustratio". Se ofrecen sacrificio a los dioses familiares y se invoca a las Parcas. Llega el momento de poner al recién nacido su primer nombre.

Cuando un chino moría, se tapaban todas las estatuas y figuras de dioses con telas de color rojo para que las divinidades no se vean expuestas ante el ataúd ni ante el cuerpo. También se llevaban todos los espejos (la religión judía los cubre con una tela blanca).

Tres meses aproximadamente después de la concepción, un día en el que la luna esté en una constelación masculina, se consagra al futuro hijo con un samskara llamado Pumsavana. Con este rito se pide el nacimiento de un varón.

Iniciación a la vida adulta en Oceanía. Se afeita el pelo del cuerpo de los muchachos, excepto la cabeza y la barba. Se unta la piel con una mezcla de grasa y pintura ocre. Toda la noche los muchachos permanecen sentados en silencio sin dormir, mientras el resto de la tribu está de fiesta. Se les envía al bosque en la mañana. Siempre que regresan son atendidos por hombres. Las mujeres están vetadas. En un año se deberán depilar y untar de grasa los unos a los otros. Tras ese año, y durante otro, deberán dejarse crecer el pelo del cuerpo, pero afeitándose la cara y pintándose con la mezcla sagrada. Cuando al fin la barba vuelve a crecer ya son hombres y pueden pedir esposa.

Según Herodoto, se celebraba una ceremonia de subasta de muchachas casaderas anualmente en Babilonia. Con el dinero sacado por las pujas, se constituía un fondo que hacía de dote para que se casaran las muchachas menos dotadas de belleza, por las que no se pujaba.

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