miércoles, 6 de abril de 2011

"ESTREMOS"



TODA LA INDUMENTARIA se cargaba, durante el viaje a los "estremos" (invernaderos de Castilla la Nueva y Extremadura), en las yeguas hateras, es decir, las yeguas que llevan el hato, o jato como dicen los trashumantes por influencia extremeña.


LA ENJALMA O jalma, aparejo almohadillado sobre el que se disponía la carga, servía a la vez de lecho por las noches y acomodo en el trayecto para los víveres, las ropas, el caldero de migas, etc. De él también se colgaban los "recentales" que todavía no podían soportar la marcha de sus madres.


BUENOS LUGARES DONDE cobijarse durante la noche: tombos de la Alcarria, casetas de gañanes en La Mancha. En la foto superior, una sabina.


LA CAÑADA ES un espacio de tierra entre terrenos cultivados. El pastor castellano también la denomina "cordel", pero mientras aquella tiene 75 metros de anchura (90 varas castellanas), el cordel mide la mitad. Y la "vereda", la cuarta parte que la cañada.


CIENTO VEINTICINCO MIL kilómetros de cordeles comunicaban los pastizales, agrupándose en varios sistemas que la Asociación de Ganaderos del Reino, sucesora de la Mesta, clasificó de la siguiente manera: Cañada Leonesa, Cañada Central o Segoviana, y Cañada Soriana o Manchega.


EL ORIGEN DE las cañadas es discutido, pero ya las menciona (como derechos de paso de ganados) el Fuero Juzgo visigodo.


EL PEAJE DE ganados se cobraba en los "puentes-contaderos" (el del Guadiana sobre la Cañada Manchega, por ejemplo). En los años más prósperos de la trashumancia, pasaban por cada puente-contadero alrededor de medio millón de cabezas.


EL VIAJE AL estremo sur finalizaba con la llegada a las dehesas meridionales en el otoño. Los pastores debían ocuparse entonces en rehacer los chozos grandes, reponiendo las retamas de los techos, arreglar los corrales para las parideras, y separar el rebaño en "hatajos".


SE PREVENÍA EL ataque de los lobos colocando el "resalto", una cuerda atirantada alrededor del redil, la cual obligaba al lobo a saltar por encima (por miedo a pasar por debajo), y era entonces cuando los mastines lo venteaban y atacaban, defendidos por sus collares de hierro (carlancas aguzadas).


PARA ACOSTUMBRAR A los mastines a permanecer siempre con las merinas, se les amamantaba durante la cría con la leche de las propias ovejas. Todo daño inferido al perro de un pastor era castigado por la Mesta con el pago de cinco o más ovejas.


LAS AGUAS DE los pantanos acabaron cortando muchos cordeles ancestrales.

No hay comentarios: