TRAS LA RESURRECCIÓN de su Hijo, María fue a vivir con san Juan a Éfeso, o según otros permaneció en Jerusalén, donde murió y fue enterrada.
EL OBISPO JUVENAL de Jerusalén sitúa el sepulcro de María en el huerto de Getsemaní, en el valle de Josafat, lo que confirman San Juan Damasceno y la "Leyenda Dorada" (Santiago de la Vorágine -sic- era un obispo...).
SEGÚN SAN JUAN Evangelista el Teológo, la Virgen en el momento de recibir el anuncio del ángel sobre la proximidad de su muerte, tenía 72 años, ya que recibió el anuncio de su concepción a los catorce, dio a luz a los quince, vivió con Jesús treinta y tres años, sobreviviéndole después otros venticuatro. Según otros, sólo le sobrevivió doce años, por lo que moriría sexagenaria.
EL ARCÁNGEL GABRIEL le anunció tanto su divina concepción como su muerte.
LOS APÓSTOLES FUERON llegando: Juan, el discípulo predilecto, desde Éfeso; Pedro desde Roma; Pablo desde Tiberia; Tomás desde la India; Santiago desde Jerusalén; Andrés, Felipe, Lucas, Simón el Cananeo y Tadeo, que ya habían muerto, fueron despertados de sus sepulcros por el Espíritu Santo, quien les previno de que todavía no era la hora de la Resurrección.
PUDIERON ESTAR PRESENTES José de Arimatea, otros discípulos y allegados.
SAN JUAN SE inclina sobre María, como hizo con Cristo en la Santa Cena; San Pedro, a la cabecera; San Pablo, a los pies.
MARÍA ESTABA PREVENIDA de la hostilidad judía para el momento de su muerte, y diría a Juan: "Monta guardia, pues he oido decir que, si encuentran mi cuerpo, lo harán pasto de las llamas, pues de ella nació aquel seductor".
A LOS FUNERALES asisten también tres obispos: Timoteo (primer obispo de Éfeso), Dionisio Areopagita (obispo de Atenas) e Hieroteo.
UNO DE LOS judíos se abalanzó furiosamente sobre el féretro, para profanarlo. Lo agarró por donde estaba la palma protectora, lo arrastró y quiso echarlo a rodar por los suelos, pero un ángel le cortó las manos por los codos, si bien luego se arrepintió y Pedro le sanó. Según la "Leyenda Dorada", era un sumo sacerdote; o un judío llamado Jefonías o Rubén. Pudo haber otros intentos de profanación.
SOBRE LA CORRUPCIÓN de la carne de María, tres ideas: primera, la carne de Cristo y la de la Virgen son una sola, por lo que debe ser incorruptible; segunda, por ser su cuerpo trono de Dios, debe encontrarse donde se encuentre su Hijo; y tercera, la perfecta integridad de la carne virginal de María.
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