TOMO MIS NOTAS de un librito cuyos redactores consultaron los textos de Agrippa, Alberto el Grande, Dioscórides y el divino Paracelso (en la foto). Así como el "Gran Grimorio del Papa Honorio" y el "Enchiridion Leonis Papae" (ediciones del mago Bruno, siglo XVIII).
LA ACACIA ES el árbol sagrado de los egipcios, y en la francmasonería simboliza la inmortalidad del alma, pues recuerda que de esa madera estaba hecha la cruz en que murió el Divino Maestro. El jugo de su fruto se mezcla con las tintas especiales para dibujar talismanes sobre pergamino.
EL CIPRÉS ES el símbolo de la muerte. Con su ramaje se coronaba la frente de Plutón. Su madera se echa a la lumbre para ciertas invocaciones a los Elementales.
UN RAMO DEL enebro (en la foto) hace huir las serpientes, pues lleva en sí el signo exotérico de la Trinidad. Su grano quemado cura a los posesos.
CON LAS HOJAS de la higuera se coronaba a Saturno. Los espartanos la dedicaron a Dionisos. En la India estaba consagrada a Vishnú. La "sicomancia" era el arte de adivinar leyendo las hojas de la higuera: se escribía la pregunta en una de ellas y, según el tiempo que tardara en secarse, se sacaba el vaticinio.
EL MANZANO ES el árbol consagrado a Deméter. En un célebre tratado de onirocrítica de Artemidoro de Daldia, titulado "De Somniorum Interpretatione", se dice que el manzano representa el oficio del hombre, su profesión: soñar con manzanos significa el éxito, más tarde (si son manzanas todavía verdes) o más pronto (si ya están maduras).
UNA PATA DE golondrina prendida a una rama de un olmo, atrae los pájaros de dos leguas a la redonda.
EL PINO ESTABA consagrado a Rhea y a Pan. Su fruto, la piña, sirve para revelar el número místico de una persona: dependiendo del número de piñas que se recoja en un círculo que se traza andando desde que asoma el sol hasta que se muestra completamente.
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