EL TORO ES, en el Mediterráneo oriental, el símbolo de Baal, que junto a Baal y Reshef sufren procesos de sincretización en distintos lugares y épocas.
TORO ANDROCÉFALO CONOCIDO como Bicha de Balazote, en el Museo Arqueológico Nacional. Podría ser una representación alegórica de un río. También podría ser Aqueloo, hijo de Tetis y de Océano.
BECERRO DE ORO al que adoraron los israelitas, y sacrificio de bueyes en el funeral de Patroclo.
EL TORO APIS estaba consagrado a Ptah. El Serapeo es “el lugar del Apis de Osiris”. El toro Apis desempeñaba un papel principal en el gran festival del reino, el festival “sed”, durante el cual el rey corría simbólicamente junto al toro.
TAMBIÉN ANIMAL SAGRADO para los aqueménidas (prótomos de toros en los capiteles persas del siglo V a.C. en los palacios de Persépolis y Susa).
LOS TEXTOS BÍBLICOS establecen notables diferencias entre rituales con toro, novillo, becerro y buey.
NO HABÍA UN dios-toro en la religión micénica: los espectáculos de toros sólo eran deportivos o rituales.
EL TORO EN la Antigüedad es el “consagrante”, no el “consagrado”. Es decir, su presencia confiere carácter sacro a un lugar (que se convierte en santuario) o a un rito.
EL TORO JUNTO a la esfinge suponen la consagración divina de la relación gobierno-religión, y el toro junto al grifo (grifo = supremacía política) la consagración de la relación gobierno-imperio.
ESA “CONSAGRACIÓN” ES similar a la que supone la presencia de la paloma como atributo celeste: la paloma “permite”, en un determinado lugar y momento, la ejecución de actos rituales dirigidos al Cielo.
TAMBIÉN ES SIMILAR la función de “consagración” a la de la flor o capullo de loto: indica poder, poder que surge o que se renueva.
ASIMISMO, LA FUNCIÓN funeraria del toro coronando pilares-estela permite, a la vez, consagrar la necrópolis y consagrar a los difuntos que allí descansan. “Toro de Maratón”: pilar erigido en Atenas a la memoria de los muertos de Maratón.
ASTUCIA DE ELISSA (Dido), princesa de Tiro, que compra a los indígenas del actual territorio tunecino un pequeño trozo de tierra, de una superficie igual a la de la piel de un buey. Una vez hecho el trato, la princesa corta la piel en tiras muy finas y la utiliza para delimitar un gran terreno donde funda Cartago. Al excavar en el suelo para fijar los cimientos, apareció una cabeza de buey, augurio que indicaba que era un suelo fértil pero difícil de cultivar, y también que era una ciudad destinada a la esclavitud perpetua, así que trasladaron la ciudad a otro sitio, donde extrajeron una cabeza de caballo, lo que significaba que sería un pueblo belicoso y poderoso.
EL TORO EN la numismática hispana tuvo una significación religiosa que reforzaba (“consagrándola”) la legalidad de la moneda.
POR TANTO, NI el toro, ni la esfinge, ni el grifo, son representantes exclusivos de una divinidad. No son ni guardianes de tumbas, ni protectores de difuntos o de ganados. De ahí que, cuando se ha extraído en una excavación un toro, de donde quedó depositado originalmente, no se ha podido asociar a una tumba concreta, sino que su función era “consagrar todo el espacio funerario”.
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