domingo, 17 de agosto de 2008

PINTURA DEL SIGLO XX









JOAN MIRÓ SÓLO estuvo parcialmente influido por el surrealismo. Gran popularidad. Erróneo tratar a Miró como un artista decorativo, como un contador de alegres cuentos grotescos poblados por extrañas configuraciones en vívidos colores. Lo que le distingue de la mayoría de sus coetáneos es la facilidad y la originalidad en la invención. Aunque se inspiró en modelos históricos como los maestros holandeses, Miró se basó, como los artistas de las culturas aborígenes, en un universo de signos y símbolos innato. Su desarrollo fue extremadamente lógico: los primeros paisajes, elaborados alrededor de 1920, revelan la capacidad intacta para captar la realidad y la frescura de la visión de un pintor de fin de semana; luego tenderá a la estilización y a la reducción de objetos reales, que se convierten en abstracciones, extractos, emblemas. El tronco de un árbol se convierte en un cono, un campo labrado en un ornamento ondulante. En las copas de los árboles brotan ojos; de los troncos crecen orejas; un triángulo mágico es una pirámide, un rostro y la copa de un árbol al mismo tiempo. Las formas se sitúan en el lienzo formando un efectivo contraste unas con otras. Con el paso de los años, los elementos orgánicos, el plasma, las amebas, dominarán la imagniería de Miró. El círculo, su forma favorita tanto en forma pura como irregular. Las formas humanas, animales y vegetales, el sol, la luna y las estrellas empiezan a girar y a entremezclarse hasta que resulta imposible distinguirlas. Todas estas figuras están alejadas del reino de la percepción cotidiana, pero conservan una fisonomía individual; sus rasgos cubren una particular escala de expresiones, desde la alegría despreocupada e infantil hasta el demonismo. Afilados dientes, formas aserradas, uñas puntiagudas, horripilantes ventosas y criaturas que se agarran ponen de relieve que uno penetra en un reino de híbridos a pesar de los avisos de peligro. En años posteriores, Miró tiende, de manera no siempre favorable para su pintura, hacia lo monumental, reduciendo las formas al máximo, a signos flotando en una extensa tela. Según Hemingway, todo lo que conocía sobre España, Miró lo pintó: el paisaje áspero, el sol riguroso y las corridas de toros.

No hay comentarios: