Según escribe Francisco Calvo Serraller, El Greco fue tan
incomprendido en su arte que incluso sus contemporáneos le tachaban de loco, de
hecho nos indica que Francisco Pacheco en 1611 visitó al Greco ya anciano tildándolo
de controvertido, polémico y extravagante. Esa fama le persiguió durante siglos.
No es hasta que Julius Meier-Graefe, crítico y novelista alemán, viene a España
con la intención de redescubrir a Velázquez como antes hiciera en 1865 Manet cuando
llega al Museo del Prado para ver a Goya, y topa con la desconocida genialidad de
Velázquez. El crítico alemán viene a redescubrir al genio sevillano y se
encuentra de forma totalmente sorpresiva a otro espíritu genial en las salas
del museo, que a partir de ese momento será admirado en todo el mundo en su
justa medida.
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